viernes, 25 de abril de 2014

Capítulo 10

- ¿Qué música te gusta?
- No escucho música. No me gusta.
- ¡Pero si llevas todo el rato con los auriculares puestos!
- Me los pongo sin música. Para que la gente piense que nos les oigo, y así poder escuchar lo que dicen de mí.

jueves, 17 de abril de 2014

Capítulo 9

Los ecos enfermos y los fantasmas del pasado la empujan a ese destino. Todo individuo es dueño de su vida, y así como con sus objetos personales (como una tarjeta de visita o un calcetín) puede hacer con ella lo que le de la gana. Unos la disfrutan. Otros la sufren y se refugian en las bellas manos de la droga que les recogen y elevan hasta el final. Y otros (ella y tantos desdichados) deciden que "se acabó lo que se daba" y que para seguir así mejor no seguir. Porque una vida sin vida, no es vida. Sumergirse en el olvido y enrojecer el amanecer. Y marcharse con los suspiros del aire. Flotar en la noche y sonreír por fin con invisible calma. Los tormentos no le podrán hacer nada y dejará de sentir ese peso sobre los hombros. 

"El amor es como la luz de las estrellas: sigue brillando después de muerta." Ella seguirá brillando, puede que incluso más.

miércoles, 16 de abril de 2014

Capítulo 8

¿Por qué son mejores los videojuegos que la vida real? Porque escoges a tu personaje. Y hay botón de reset.

Capítulo 7

"Gracias a eso me di cuenta de que se viste de forma llamativa para infundirse ánimos a si misma. ¿No dicen que la ropa que llevamos afecta un poco a nuestro ánimo? Es una forma de autosugestión, sobre todo para las chicas. Como esa niña es más fuerte que la media, el efecto al arreglase se multiplica (...) ¿Qué le habrá pasado para querer teñirse de ese color?"

Y entonces fue cuando se puso el pelo de color azul.

Texto: Historia de un vecindario, tomo 1.

Capítulo 6

Joder, explota y grita de una vez. Siempre callada, siempre aguantándolo todo. Esa mierda que te tiran a la cara con una sonrisa. Ya les vale a todos. Y no sabes qué quieres hacer, si liarte a tiros con ellos y que no quede ninguno, o dirigir la pistola hacia tu nuca.
Es todo demasiado. Es la definición de demasiado. Desbordas. Lloras. Gritas. Ya llega. Ya vale. Coño. Libera una serie de insultos e improperios. Que ya te toca.

Eso pensaba.

Pero no puedes porque eso es tan infantil que se van a reír en tu cara. Como siempre vamos. Con esas miraditas por encima del hombro casi como compadeciéndose de lo triste que eres. Y mientras te arde la garganta y notas las lágrimas a punto de salir. Y quieres arrancarles los ojos y hacerte un collar con ellos. Se van a joder y no les vas a dar la oportunidar de reírse ni de compadecerse, porque te as a ir, les vas a hacer morder el polvo que dejes cuando te marches. Te irás lejos y verán lo miserables que son. 
O igual descubren que están mucho mejor sin ti.

Eso pensaba.

Capítulo 5

Era mucho más bonito odiar a alguien en el pasado, porque podías quemar sus cartas en la chimenea. Ahora lo más que puedes hacer es borrar el historial de la conversación y bloquearle. Y queda menos poético. Hasta las lágrimas en el papel eran mejores, el borrar la tinta con ellas como una goma de bilis y miedo. Y ahora todo eso se ha perdido, hasta el odio se ha frivolizado.
Y como le gustaría tener todo el tiempo del mundo para llorar sin que nadie la juzgue. Llorar en casa. Llorar en la cama, en una silla o en el sofá.
Salir a la calle a llorar sin que nadie se le quede mirando. Y echarlo todo fuera, la bilis y el miedo. Y borrar no la tinta sino los recuerdos. Y borrar el dolor y la oscuridad y esos sentimientos. Porque son odios distintos el odio a las situaciones que el odio a las personas, y habitualmente lo confundimos con el miedo.
Se siente mal por odiar a la gente, pero no puede evitarlo porque, no sé, tal vez es idiota.
Sí, es lo más probable.

Capítulo 4

Qué será eso que le entra por dentro, por el estómago, los intestinos o el hígado (quién sabe, la anatomía es otra de esas muchas cosas que nunca se le dio bien) que es como un hormigoneo. No son las típicas mariposas, esas son bonitas, son ganas de potar bonitas. Esto le produce dolor, sufrimiento, ganas de llorar. Nudos en el pelo, en los cordones y ahora en el estómago. Y es cada vez que cotillea. Esas veces que leemos lo que no queremos leer. O cada vez que analiza una mirada y ve reflejada una felicidad ajena, lejos, que no es provocada por ella. Porque está llena de egoísmo en esas maneras tan generosas. Y le duele saber que es tan mala, le duele ver que no es capaz de soportar que el resto sean felices y ella no. 
Ese miedo al olvido y a que los demás no la necesiten quizá es lo que la hace tan dura, tan fría, tan egocéntrica. Que todo tiene que girar al rededor de ella, que tienen que tratarla como a una princesa. Porque si no, si no se emberrincha, se enfada, grita y llora.
Y una gritona y llorona no provoca felicidad. Provoca náuseas.
Por eso, mientras se muere de celos, de furia, de enfado tonto (porque nadie está celoso de algo que no es real), intenta respirar y pensar en otra cosa. Al fin y al cabo, todo eso ya es pasado. Es presente para otros, para el resto, pero para ella el tiempo se ha dividido y retando a Einstein, se ha abierto una nueva línea, paralela a todo ese remolino, y la piensa seguir. Como una Dorothie, pero sin baldosas amarillas.

- Hola
- Hola
- ¿Qué tal?
- Bien y tú?
- Bien.
- Me alegro.
- Y yo.

Quizás allá donde se va encuentre conversaciones algo más interesantes. No va con muchas confianzas de toparse con eso que llaman "amigos", pero le llega con cambiar de aires. Con que el aire cambie. Aunque el sol brilla le parece que es gris, así que busca un viento gélido que le despeje, que le rompa la piel de las mejillas y le encienda la nariz. Que le haga sentir que está en contacto con el mundo y la saque de esa bolsa de plástico en la que vive.
Es como un hámster, tiene su jaula, con su rueda, su comida y un tubo con agua. Sus padres le dan lo que necesita y tendría más si lo pidiera, pero nunca ha sido de caprichos, y eso que hay muchas cosas que le gustaría tener. Es más fácil vivir con lo mínimo siendo un fantasma o casi un alma (en pena) que vaga por ahí, sacando notas nibuenasnimalas, destacando más bien poquito y ya.
Y si se va a marchar, a quién le importará. Cogerá un tren (los buses no le gustan demasiado) y se irá. En vez de maleta llevará mochila, y estará medio vacía, es mejor ir llenándola cuando surja. Medio vacía como ella.
Y con el paso del tiempo espera que alguien llegue y le llene el cuerpo, el alma y la mente con algo cálido.

Capitulo 3

Tiene una mala leche que no le cabe en un cuerpo tan pequeño, pero estalla con cada palabra que le moleta (básicamente todas). Es de pegar portazos y taladrarse los tímpanos con música que ni siquiera le gusta, para que todos vean "lo cabreada que está".

"Escaparme de esta casa de locos." Ni que ella estuviera tan cuerda.

Por Dios, si ni siquiera saben llamar a la puerta.

martes, 15 de abril de 2014

Capítulo 2

No se sabía si llovía en el cielo o en sus mejillas. Pero ya era el clima habitual de su rostro. Un llanto sincero y rápido. Sus pupilas se habían acostumbrado y habían adquirido un verde mar.

Capítulo 1

Wow, qué intensa es la gente. Con sus fiestas y sus bailes y sus risas y sus idas y venidas. Vaya. Y que poco intensa es ella. Que si el mundo está lleno de demasiado ruido, que todo desborda el vaso. Que las calles y las noches y las tardes (pero nunca las mañanas) son agobiantes y el pentagrama está lleno de notas que desafinan. Que todo TODO es ruido sin sentido para ella. Sólo hay pasos sin destino y paradas sin control. Todo se mueve a su al rededor con demasiado frenetismo, todo es una locura, y le agobia, y le impide respirar. Unos dictan lo que hay que hacer y lo que es divertido, y el resto les siguen porque claro, qué otra cosa pueden probar, es o eso o quedarse fuera. O quedarse fuera. O quedarse como ella (básicamente). Si siempre le han dicho que le cae bien a todo el mundo - uh sí, eso es taaan creíble- Pero caerle bien a todo el mundo, no es más que un eufemismo de que no le caes bien a nadie. No desentonar en ninguna parte no significa que todo lugar sea tu sitio. 
Así que allí está ella. Siempre llena de preocupaciones, con el corazón rizado, con los ojos perdidos y las manos en los bolsillos. Los calcetines mojados, la mente despierta, el alma cansada. Asmática de sentimientos. Rodeada de soledad. Siempre sonríe, da las gracias, pide por favor y se disculpa. Busca un sitio para quedarse. Ser una nota en el pentagrama y sonar, sonar como nunca. Ha estado a nada de alcanzarlo todo, la miel ha rozado sus labios, pero será que no le gusta, porque siempre acaba por el suelo.
Y así, despechada de lo que lo fue todo, apartada de su sol y condenada a la noche eterna, busca otra vez las estrellas. No tiene esperanzas, su positivismo es fachada barroca, pero las esperanzas si la tienen a ella.