miércoles, 16 de abril de 2014

Capítulo 5

Era mucho más bonito odiar a alguien en el pasado, porque podías quemar sus cartas en la chimenea. Ahora lo más que puedes hacer es borrar el historial de la conversación y bloquearle. Y queda menos poético. Hasta las lágrimas en el papel eran mejores, el borrar la tinta con ellas como una goma de bilis y miedo. Y ahora todo eso se ha perdido, hasta el odio se ha frivolizado.
Y como le gustaría tener todo el tiempo del mundo para llorar sin que nadie la juzgue. Llorar en casa. Llorar en la cama, en una silla o en el sofá.
Salir a la calle a llorar sin que nadie se le quede mirando. Y echarlo todo fuera, la bilis y el miedo. Y borrar no la tinta sino los recuerdos. Y borrar el dolor y la oscuridad y esos sentimientos. Porque son odios distintos el odio a las situaciones que el odio a las personas, y habitualmente lo confundimos con el miedo.
Se siente mal por odiar a la gente, pero no puede evitarlo porque, no sé, tal vez es idiota.
Sí, es lo más probable.

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