martes, 17 de junio de 2014

Capítulo 17

"-Puedes ir a darte un baño. Estás congelada y te sentará bien."

Eso le había dicho Cat. Había aceptado porque el café de sus ojos la hipnotizaba, se perdía dentro de él y perdía la sensatez. Pero una vez dentro del baño sintió nauseas: había un enorme espejo en frente de la bañera. Lo último que quería hacer era verse, ver lo penosa que era. No podía dar la vuelta y rechazar el baño para no ser descortés, además de que tenía la cara húmeda y las manos heladas y con sangre seca, un poco de vapor caliente y jabón no le venían mal. Así que, intentó desvestirse de espaldas al cristal, lo más rápido que pudo, evitando mirar ni una mínima parte de su reflejo. Se metió en la bañera, la llenó de agua hasta arriba, cogió el jabón que le parecía tenía el nombre más bonito y se acostó. 
Apoyó la cabeza en los azulejos y se atrevió a mirar hacia delante, porque el vapor había empañado el cristal y ya no se veía nada. Se quedó pensando en nada,con la mente en blanco, hasta que se agarró las rodillas con las manos, se hizo un ovillo y sumergió la cabeza con el resto del cuerpo. La sacaba el tiempo suficiente para coger aire y la volvía a meter. Así diez veces, veinte, cuarenta. Perdió la noción del tiempo, y cuando consideró que llevaba demasiado abusando de la hospitalidad de Cat, se levantó.
Se secó el cuerpo y la cabeza con una toalla, se la enrolló al cuerpo y esperó a que el cristal se desempañara. Cuando su reflejo empezó a hacerse visible, cogió aire, tensó los labios, y deshizo el nudo que mantenía la prenda agarrada al pecho. 
Si no hubiese estado tan cansada se habría sonrojado ante su imagen desnuda (si es que el cansancio podía controlar eso, o era solo una prueba más de su falta de sentimientos). Cuando llevaba un buen rato mirándose y odiándose, Cat llamó a la puerta.

- ¿Estás ahí? ¿Estás bien? Llevas un buen rato dentro.
- Pasa - le dijo. ¿PASA? Estaba desnuda y le dijo pasa. Ya no tenía ni pudor, ni vergüenza, solo quería una compañera de fatigas, que le ayudara a odiar y criticar su cuerpo. 
- ¿Estás b...?¡lo siento! Perdona, he entrado en mal momento.
- No, quédate. 
- ¿No te da vergüenza?
- Debería, pero creo que no. No mucha al menos. Lo que me da corte es que veas lo asquerosa que soy. Creo que esto es como un aviso de mí para ti - no apartaba los ojos del espejo -. Es como si quisiera que vieses a lo que te enfrentas. ¿Estas segura deque quieres ser mi amiga? Yo creo que no.
- ¿Eres tonta? ¿Por qué dices eso?
- ¿Es que no lo ves?
- ¿Ver el qué?
- Todo - se señaló primero al cuerpo y después al espejo -. Todo. lo gorda que estoy, las heridas, mis venas, mi piel transparente, mi pelo estropeado, mis rodillas torcidas. Mi cara fea, mi nariz asquerosa. Mis ojos perdidos, las ojeras, las cejas desordenadas. Mis labios diminutos y secos. Mis tobillos salientes, mis muñecas débiles.
- No. No estás gorda. De hecho estás muy delgada. Estoy segura de que una falda tuya me sirve solo para ponérmela en una pierna. Tienes las rodillas huesudas. Me imagino que hace mucho que no tomas una comida completa. Se te notan las costillas. Tienes los pómulos muy marcados. Y las ojeras... creo que las ojeras son solo por lo delgada que tienes la cara. Y aún así estás guapa. Ah, por cierto, tienes los labios pequeñitos pero preciosos, más carnosos que los míos...
Se quedó un rato mirándose, hasta que empezó a temblar.

- Ponte esto, anda, que te va a coger el frío - le ofreció un pijama que le quedaba grande y ropa interior blanca. 

En lo que quedaba de noche no volvió a hablar, se tumbó en una cama demasiado suave, se abrazó a una almohada demasiado suave y se envolvió con unas mantas demasiado suaves. Cat le habría obligado a comerse un caballo si no se hubiera quedado dormida tan rápido, empapando la cama con el pelo mojado. 

Y por primera vez en mucho tiempo, no tuvo pesadillas.

Capítulo 16

Encontrar a alguien que te quiera no es complicado. Lo que sí es difícil es encontrar a alguien que no deje de hacerlo.
Ella, por muy fría que parezca, por muy seria y por muy callada que sea, jamás dejará de querer a nadie. Si has conseguido entrar a su cerrado corazón, te la has ganado para siempre. Ese amor infinito que puede ser capaz de dar, a veces es una condena. Se ha pasado toda su vida queriendo, para ver cómo el amor puede ser caduco en otros casos. Ha vivido más despedidas de las que su corazón podía soportar. Cada persona que la ha dejado atrás se ha llevado parte del color de sus mejillas, parte del brillo de sus labios.
Pero esta vez era distinto, se ha quedado sin latidos y sin carcajadas.
Lo peor en este caso es no poder buscar un culpable. Aunque lo haga, señale, se enfade, se irrite, llore, no puede culpar a nadie. Porque es "algo normal". Las personas cambian, las cosas cambian. Y no siempre tienes que ser el centro de su universo. Si te entristeces o te enfadas eres una infantil "porque tú solita te lo has buscado" o "¿qué quieres? ¿que alguien deje de vivir su vida sólo porque a ti se te ha ocurrido que le necesitas?"
Por favor, no seas estúpida. Nadie necesita a nadie para seguir viviendo. Nacemos solos y morimos solos. La felicidad no reside (y no debe residir) en otra persona. No podemos ser enfermos dependientes de otros brazos. No podemos buscar constantemente hombros en los que llorar.Tu vida la vives tú y nadie más. Nadie puede controlar tus emociones, ni ser causa de tu tristeza o alegría. Porque si es así, acabarás siendo sólo una marioneta.
Si te duermes en los brazos de alguien le estás entregando tu alma. Y si te quedas sin alma vagarás eternamente en un estado impasible, en blanco y negro, incapaz de confiar en nadie, de sentir afecto por nadie. Si alguien se lleva tu alma le pertenecerás. Y te perderás a ti misma. Los relojes se romperán y dejarás de querer. 
No le des a nadie tanto poder sobre ti. Y sobre todo, no pierdas la consciencia de lo que le has dado. Nadie que se lleve tu alma es malo, lo que sí es dañino y doloroso es su acto, aunque no lo sepa y aunque no lo entienda.

martes, 10 de junio de 2014

Capítulo 15

" - ¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo?

  - ¿Color rojo? Querrá decir negro.
  - No, se puede tener un día negro porque una se engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe porqué. "

Uno puede tener mirada de tristeza, porque estar triste es un derecho universal. Pero hay niveles de tristeza, y ésta puede pasar de un mero estado de ánimo cualquiera, a ser una enfermedad infecciosa e incluso contagiosa. Por eso alguien triste tiene mirada triste, pero alguien enfermo de tristeza tiene la mirada vacía. Alguien puede tener un día negro, o un día rojo.
Y cuando los días rojos pasan a semanas rojas y las semanas a meses, ya pierdes la cuenta. Pierdes la cuenta, pierdes la cabeza, pierdes las ganas y pierdes la vida. Pierdes la belleza y lo pierdes todo.

- Tienes las manos destrozadas.

Ella ya no sabía si llovía al otro lado del cristal o que sus ojos ya se quedarían mojados para siempre. Cat le sostenía las manos en las suyas, más pequeñas y más suaves, y al contrario de lo que habría hecho con cualquier otra persona, no tenía ganas de retirarlas de un tirón. Se sentía incómodamente cómoda, por eso, la satisfacción de estar allí sentada, en casa de Cat (ni idea de en qué calle estaba, ni de qué piso era, si el portal era bonito o feo, no recordaba cómo había llegado hasta allí más que el olor a pan recién hecho y la sensación cálida en los zapatos), le hacía mirar forzosamente hacia otro lado. 

- ¿Por qué tienes las manos así? - le insistía.

Entonces se obligó a mirarse las manos. No recordaba que estuvieran así. Se encontró con las uñas rotas, mordidas, y los bordes de los dedos en carne viva. Algunas heridas incluso sangraban. 

- La verdad es que - no era capaz de hablar bien mirando los ojos oscuros de Cat, parecía que se la iban a tragar, pero bajar la vista hacia las manos le producía náuseas -... la verdad es que no me acuerdo. Yo tenía las manos bonitas... creo. Bueno bonitas a lo mejor no, pero no así. Antes tocaba el piano.

- ¿Antes? ¿Por qué lo dejaste?

- No lo dejé. Me dejó él a mí.

- No te entiendo - Cat se reía, ¿cómo podía reírse alguien en un momento como ese? ¿Y cómo podía a ella no molestarle que lo hiciera? 

- Pues... no sé. Sólo se fue. Se fueron las ganas que lo llamaban. Se fueron las mariposas en la tripa cada vez que acariciaba una tecla. Se fueron las manías de oler las partituras antes de tocarlas, de calentar los dedos con Hanon...

Pensando, recordó que también había dejado de tomar su helado de vainilla diario, había dejado de visitar a los gatos de al lado de casa, había dejado de escoger la ropa para el día siguiente, había dejado de pintarse la sombra negra en los ojos. Había dejado de cuidarse el pelo, de color azul eléctrico pero con las puntas estropeadas. Había dejado de ponerse ropa ajustada y de escuchar "mínimo cinco discos semanales".

Y había dejado de sonreír. Aunque todavía no se daba cuenta.

Texto: Desayuno con Diamantes

lunes, 9 de junio de 2014

Capítulo 14

Nunca pierdas la sonrisa, por muy mal que estés. Es lo más valioso y lo más bonito que tienes.

Capítulo 13

Y lloró tanto que se iba a secar.
Es como si alguien cogiera y te arrancara algo de ti. No algo físico como un brazo o una pierna, es algo sin lo que no puedes seguir. Se llevan tu risa.. Se llevan tus chistes y tus buenas noches. Se llevan los golpes en el brazo y las tardes de domingo.
Es como si tuvieras un agujero negro a la altura del estómago. Un veneno que te carcome desde dentro.
Y ya no tienes ganas de comer. Y cada vez vistes más de negro. Te encariñas de los colores fríos y el sol te molesta. Las risas de otros te resultan vacías. Y dejas de querer hacer lo que te gustaba.
Dicen que su abuela estuvo igual, que cuando murió el abuelo dejó de ganchillar y de leer. Que mantuvo el luto más de lo normal y que dejó de tomar pasteles.
Al principio dormir era un consuelo, pero cuando los sueños se convierten en pesadillas ya no hay nada que hacer. Si no puedes ser feliz ni en tu propia mente no puedes serlo fuera. Huyes de los monstruos que te creas tu misma, y te acabas encerrando en una cárcel de sábanas y de autocompasión.
Tabaco, alcohol y tristeza. Tres drogas a las que puedes volverte adicto en un abrir y cerrar de ojos. 
Una por hacerte la rebelde. Otra por hacerte la adulta. Y la última y peor, por hacerte ilusiones.

sábado, 7 de junio de 2014

Capítulo 12

- Ya ves que ni siquiera se molestan en llamarme. Ni un mísero mensaje. Es decir, he desaparecido, acabo de puto dejar todo atrás, toda mi vida ¿y ni siquiera se preocupan? 

Cómo puede ser que ella, tan dejada, tan fría y tan callada le estuviera contando todo eso a alguien que acababa de conocer. Pero había algo en su interior que le obligaba a hacerlo. No era por Cat, sino por ella. Porque algo crecía en su interior y si no lo dejaba salir acabaría muy mal. Si la hubiese encontrado cualquier otra persona se lo habría contado igual. Un vagabundo, un hombre de negocios o una abuela saliendo del mercado. Sin presentarse se habría tirado encima a llorar sin lágrimas y a dejar salir todo.
Demasiado tiempo callada.

- No es que esperara una reacción en cadena, ni que vinieran detrás pero... joder. Ahora veo lo poco que importo. Lo fácil que es sustituirme. Es decir, no sólo a mí, sino al tiempo que pasaban conmigo. Tenía que pasar, tenían que venir unas piernas más largas, unos ojos más brillantes que me los quitaran. Porque soy una aburrida. A ver, es normal, ¿quién me escogería? No puedo decir que no me lo esperaba porque ni siquiera yo querría pasar voluntariamente el tiempo conmigo. No me emborracho, no bailo, no grito, no salto, y no me divierto. Dios, estar conmigo es como estar con un cadáver. Siempre tengo la puta boca cerrada, me cruzo de brazos y me quedo en un rincón esperando a ver si el tiempo pasa rápido y puedo volver a mi casa a estar sola y a que nadie me vea. Pero aún así... aunque lo veo completamente razonable no... no puedo soportarlo... pensaba que sería diferente. O que no sería un golpe tan, tan de golpe, vaya. Las flores se marchitan poco a poco pero esto, esto ha sido la bomba de Hiroshima. Y duele - jamás iba a poder decir eso, jamás podría reconocerlo ante a una desconocida pero - duele más que cualquier otra cosa en el mundo. Siento que me falta algo. Que dices, vale, ya salí del pozo una vez, una vez que estuve en la peor situación de mi vida, que pensaba que iba a morir, que quería morir. Pero si precisamente salí fue por ellos, yo sola jamás podría. Porque soy tan débil. Soy todo lo malo. Y aún así, aún así creo que no me merezco esto, ¿verdad? Dime que no me lo merezco. Aunque sea un asco de persona, un monstruito, un bicho raro, una egoísta, una mandona, una llorona, una celosa, una rencorosa, una pesada, una aburrida.

- No te lo mereces.

- Claro, pero es que tú no me conoces.