sábado, 7 de junio de 2014

Capítulo 12

- Ya ves que ni siquiera se molestan en llamarme. Ni un mísero mensaje. Es decir, he desaparecido, acabo de puto dejar todo atrás, toda mi vida ¿y ni siquiera se preocupan? 

Cómo puede ser que ella, tan dejada, tan fría y tan callada le estuviera contando todo eso a alguien que acababa de conocer. Pero había algo en su interior que le obligaba a hacerlo. No era por Cat, sino por ella. Porque algo crecía en su interior y si no lo dejaba salir acabaría muy mal. Si la hubiese encontrado cualquier otra persona se lo habría contado igual. Un vagabundo, un hombre de negocios o una abuela saliendo del mercado. Sin presentarse se habría tirado encima a llorar sin lágrimas y a dejar salir todo.
Demasiado tiempo callada.

- No es que esperara una reacción en cadena, ni que vinieran detrás pero... joder. Ahora veo lo poco que importo. Lo fácil que es sustituirme. Es decir, no sólo a mí, sino al tiempo que pasaban conmigo. Tenía que pasar, tenían que venir unas piernas más largas, unos ojos más brillantes que me los quitaran. Porque soy una aburrida. A ver, es normal, ¿quién me escogería? No puedo decir que no me lo esperaba porque ni siquiera yo querría pasar voluntariamente el tiempo conmigo. No me emborracho, no bailo, no grito, no salto, y no me divierto. Dios, estar conmigo es como estar con un cadáver. Siempre tengo la puta boca cerrada, me cruzo de brazos y me quedo en un rincón esperando a ver si el tiempo pasa rápido y puedo volver a mi casa a estar sola y a que nadie me vea. Pero aún así... aunque lo veo completamente razonable no... no puedo soportarlo... pensaba que sería diferente. O que no sería un golpe tan, tan de golpe, vaya. Las flores se marchitan poco a poco pero esto, esto ha sido la bomba de Hiroshima. Y duele - jamás iba a poder decir eso, jamás podría reconocerlo ante a una desconocida pero - duele más que cualquier otra cosa en el mundo. Siento que me falta algo. Que dices, vale, ya salí del pozo una vez, una vez que estuve en la peor situación de mi vida, que pensaba que iba a morir, que quería morir. Pero si precisamente salí fue por ellos, yo sola jamás podría. Porque soy tan débil. Soy todo lo malo. Y aún así, aún así creo que no me merezco esto, ¿verdad? Dime que no me lo merezco. Aunque sea un asco de persona, un monstruito, un bicho raro, una egoísta, una mandona, una llorona, una celosa, una rencorosa, una pesada, una aburrida.

- No te lo mereces.

- Claro, pero es que tú no me conoces.



No hay comentarios:

Publicar un comentario